En días recientes, la revista americana Newsweek publicó la lista de lo que, a su criterio, son los mejores hospitales del país en el año 2025. De forma inicial, puedo decir que me dio gusto ver que el hospital donde pasé mis años de medicina interna está ubicado en el primer lugar y que el hospital público donde trabajo como oncólogo médico está ubicado en los primeros lugares.
Ahora bien, eso no quiere decir que esté de acuerdo con la publicación, de hecho, creo que esa evaluación tiene sesgos importantes, por lo que surgen más preguntas que respuestas. Considerando el sistema de salud del país, ¿cuál es la utilidad de la publicación (suponiendo que los datos sean correctos)? Los hospitales privados solo son accesibles para un número limitado de personas y el sistema público del país está “balcanizado”, lo que impide que un paciente pueda elegir el hospital en el que desea tratarse.
Ahora bien, un asunto de fondo surge cuando pensamos en qué significa ser el “mejor hospital”. ¿Se refiere esta categoría al mejor sitio para trabajar como médico o al mejor sitio para acudir como paciente o al mejor sitio para hacer una residencia y obtener una especialidad, subespecialidad, etcétera? ¿O todas las anteriores, si es posible decirlo de esa forma?
La realidad es que el mejor hospital o médico no existe, al menos de la forma que las personas fuera del ámbito médico lo perciben.
En este contexto, ¿cuál es el mejor hospital para hacer la residencia en oncología? Lo primero que debemos desechar es el concepto decimonónico de “el mejor hospital”. Lo más importante es la persona (el residente), no el hospital. Del residente, su compromiso y capacidades depende todo; los hospitales solo son facilitadores en la formación, y es ahí donde las diferencias pueden ser abismales. Tenemos hospitales que son claros facilitadores en la formación del residente, pero igual tenemos hospitales que facilitan poco o nada el proceso. Hagamos un ejercicio: pensemos que estamos por iniciar nuestra residencia en oncología. Lo primero que debemos hacer es desechar nuestras ideas preconcebidas o erróneas de que el sitio donde nos formamos o trabajamos es el mejor; dejemos eso de lado.
Ahora bien, tendríamos que pensar (ahora con más experiencia) qué centro nos podría facilitar de la mejor forma los años de residencia.
Idealmente, necesitamos un hospital con un sólido programa académico, acceso a los mejores tratamientos, que atienda todo tipo de tumores, que permita la práctica clínica o interacción con los pacientes, con investigación, carga de trabajo razonable, trato civilizado e instalaciones adecuadas, solo por mencionar algunos aspectos.
Todas esas variables a tomar en cuenta se deben valorar y poner cada uno en una balanza antes de decidir lo mejor. De nada sirve un hospital con una adecuada formación académica a cambio de convertirse en un “esclavo” por varios años, pero igualmente no sirve un hospital “amigable de hippies trasnochados” en el que no existe un programa académico sólido. Al final, los residentes terminarán su residencia, ya sea por el “camino fácil” o el “difícil”, eso es lo que deberían contemplar (el mejor camino) antes de optar por un hospital.
Claramente, el modelo tradicional de la residencia en el país está en crisis. Muchos se niegan a verlo, como si hubiera generado decenas de ganadores del premio Nobel, e insisten en continuar por la misma senda.
Todos los que hemos podido realizar una subespecialidad en oncología somos privilegiados, pero igualmente pasamos por la experiencia buena y mala de la residencia, los hospitales que no se adapten se volverán la última opción. Es buen momento para cambiar y dejar de creer que los residentes deben considerar un honor ser aceptados en un centro hospitalario e invertir esta idea para empezar a pensar que los hospitales tienen que realizar los cambios necesarios para que su centro sea una opción atractiva para los residentes que quieren hacer oncología (atraer talento).
En resumen, trabajemos por cambiar el modelo actual y empecemos a pensar que los hospitales solo son facilitadores en la formación de los residentes. El grado en que el hospital facilite el proceso se volverá un centro atractivo para los residentes.
Pasemos de decir “este es el mejor hospital para la residencia” a decir “este es el hospital que más facilita la formación de residentes” (claramente, cada residente decidirá qué facilidades le son de interés).
Cada centro oncológico tiene su visión del cáncer y sus formas de tratamiento, la forma en que esto se transmite y la capacidad de tolerar la “disidencia académica” es otro asunto.
Bibliografía:
Dr. Fernando Aldaco Sarvide
Oncólogo Médico
Ciudad de México, México
¿No tienes una cuenta? Regístrate