El número de hospitales que atienden pacientes con cáncer y están organizados en unidades funcionales o clínicas de tumores (no se deben considerar como sinónimos) es limitado en muchos países; en general, la mayor parte de la oncología que se practica en la actualidad no está segmentada por tipo de tumor. En estas fechas se estará cumpliendo la primera década de la formación de las diferentes clínicas para la atención del cáncer en el servicio de oncología médica en el hospital donde laboro, motivo por el cual aprovecho la ocasión para escribir este artículo.
Desde mediados del siglo pasado, el cáncer ha emergido como uno de los problemas de salud pública más importantes. Si bien, enfermedades como el COVID, SIDA o la malaria nos recuerdan que las patologías infecciosas nunca se fueron; desde hace muchas décadas las enfermedades metabólicas, cardíacas y neoplásicas son la principal causa de muerte en gran parte del mundo.
En términos generales, podríamos separar en cuatro grupos a las especialidades dedicadas a la atención de pacientes con cáncer: cirugía oncológica, radio-oncología, oncología médica y hematología. Las tres primeras están enfocadas exclusivamente a la atención del cáncer, mientras que la cuarta incluye el tratamiento de patologías benignas y malignas (para fines de esta descripción no hablaré de especialistas insustituibles relacionados al cáncer, como son los patólogos, radiólogos, especialistas en medicina nuclear, psiquiatras, cirujanos de tórax, endoscopistas, biólogos moleculares, técnicos en radioterapia, enfermería, cuidados paliativos, etc.). La subespecialidad que tiene menos tiempo es la oncología médica, la cual se creó en los EE.UU. en el año 1972 como una rama de la medicina interna. Cuando aparecieron los primeros tratamientos sistémicos en tumores sólidos, fueron los radio-oncólogos o los cirujanos oncólogos los responsables de su indicación, sin embargo, desde el siglo pasado esta situación cambió. Así como pasamos de uno o dos especialistas en cáncer a segmentar su abordaje de acuerdo con el plan de tratamiento y diversas especialidades, deberíamos dar un “salto adelante” para formar o consolidar las clínicas o unidades funcionales agrupando diferentes neoplasias, tanto en la medicina pública como privada.
El beneficiario final de cualquier conocimiento acerca del cáncer y sus implicaciones terapéuticas debe ser siempre el paciente. Para que esto sea posible, se requiere por parte de los oncólogos experiencia en la enfermedad, amplio conocimiento de cada patología, conocimiento de los tratamientos disponibles y sus respectivas indicaciones, de los estudios básicos o de mayor complejidad, de cuándo indicar cada estudio y cómo interpretar los resultados. La información que se publica en revistas médicas y/o congresos acerca del cáncer es abrumadora, quizá sea el área de mayor avance y crecimiento en las últimas décadas en el campo de la medicina.
Por otro lado, la capacidad de los oncólogos para tener consulta médica de todo tipo de tumores y mantenernos actualizados en todas las patologías tiene un límite. Para darnos una idea de lo complejo e imposible de abarcar todas las patologías podemos revisar las diferentes publicaciones relacionadas con el cáncer durante el año 2019 en PubMed; algunos ejemplos (palabras clave en inglés) son: Cancer: 29,114 artículos; Breast cancer: 2,387 artículos; Lung cancer: 2,066 artículos; Colorectal cancer: 1,468 artículos; Melanoma: 999 artículos; Sarcomas: 691 artículos; Renal cell carcinoma: 417 artículos. Evidentemente no todo lo publicado se debería leer o revisar, pero si solo el 15% fuera de utilidad, cada año deberíamos leer, entender y retener la información de unas 4,367 publicaciones para mantenernos actualizados, o el equivalente a 12 artículos por día durante los 365 días del año (esto sin contar otro tipo de datos o información de congresos que no necesariamente se publica el mismo año en que se presenta).
No es factible en los tiempos actuales, con la inmensa cantidad de información y experiencia que se requiere para tratar el cáncer, que un solo especialista atienda todo tipo de tumores. Este no sería el primer cambio importante, ya en el siglo pasado transitamos de una visión del cáncer como una sola enfermedad que requiere de un solo especialista a una visión de muchas enfermedades con varios especialistas involucrados. Debemos modificar la forma en que estamos trabajando, la visión o idea de un oncólogo que atiende todos los tipos de tumores debe dar paso a la idea de un oncólogo que atiende un número limitado de neoplasias con el objetivo de garantizar la mejor atención posible a cada paciente, tal y como sucede en los países con sistemas de salud avanzados. La forma más rápida de hacer este cambio sería mediante la formación de clínicas o unidades (las cuales mejoran la atención, reducen posibles errores, maximizan los recursos, estandarizan tratamientos, facilitan el conocimiento y la investigación, reducen el tiempo de resolución, mejoran la comprensión y abordaje de tumores raros, entre otras cosas). Sin embargo, a mediano plazo deberemos evaluar la factibilidad de modificar el modelo bajo el que estamos formando a los especialistas.
Para entender esta necesidad solo necesitamos regresar algunas décadas con el fin de encontrar las repuestas. En el pasado, algunos administrativos de ciertos hospitales públicos cuestionaban la necesidad de tener un oncólogo médico si el cirujano oncólogo de base operaba el cáncer y él mismo daba el tratamiento con quimioterapia, ¿para qué debería tener otro médico si uno solo resuelve los dos problemas sin tener que pagar un sueldo extra? En otro ejemplo, ¿un ginecólogo puede manejar un cáncer de ovario sin la necesidad de un cirujano oncólogo tanto en la medicina privada como pública?. Espero que estos ejemplos del pasado nos sirvan para entender la necesidad de que todos los involucrados en el tratamiento del cáncer destinemos esfuerzos a formar grupos de trabajo en un número limitado de neoplasias, abandonando el concepto de que debe haber un médico para todos los tumores. Es poco probable que el cambio se genere en la parte administrativa, este debería surgir de los médicos como parte de una iniciativa que busque mejorar la atención en el ámbito de la medicina pública y privada, además de que cada región tendrá sus propias características y deberá adaptar este modelo de forma local. El bienestar de los pacientes debe estar por encima de nuestros intereses legítimos como profesionales de la salud.
Dr. Fernando Aldaco Sarvide
Oncólogo Médico
Ciudad de México, México
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