La complejidad en el tratamiento de las neoplasias, así como las secuelas que derivan de estas, requieren de la participación de múltiples especialistas en oncología, además de diversos profesionales de la salud. Esta necesidad obligó a la formación de áreas específicas de trabajo con base en los diferentes tipos de tumores malignos. Desde hace muchas décadas se impulsa el concepto de que todos los pacientes con diagnóstico de cáncer deben ser evaluados en un comité o grupo multidisciplinario, los beneficios de este abordaje incluyen: ofrecer el mejor tratamiento posible, mejorar el trabajo e integración del equipo de profesionales de la salud, acortar tiempos, estandarizar las diferentes formas de tratamientos (radioterapia, cirugía, tratamiento sistémico, nutrición, etc.), garantizar el apego a las guías locales o internacionales, así como facilitar el registro de datos y estadística de cada centro, entre otros. El trabajo multidisciplinario se ha desarrollado principalmente en hospitales de alta concentración o en países desarrollados, mientras que en países menos desarrollados u hospitales de menor tamaño ha permeado poco. Si bien existe una idea general de lo que debe ser el manejo multidisciplinario, es más que evidente que no existe o no debe existir un modelo único de clínicas, comités o unidades funcionales, cada centro hospitalario debe trabajar, con base en sus necesidades y recursos disponibles, el modelo que mejor se adapte y resuelva, tanto las necesidades locales de sus pacientes como de los profesionales de la salud.
No podemos omitir que uno de los problemas que se pueden presentar cuando se estudia el tema es la diferencia de términos o conceptos que se utilizan de forma intercambiable, creando confusión en los conceptos. Si bien los términos unidad funcional, clínica, comité de tumores o manejo multidisciplinario comparten muchas similitudes, no son sinónimos y se deben tener claras las diferencias. Para fines de este escrito y para no entrar en discusiones que nos alejen del contenido del documento, se utilizarán los diferentes conceptos como equivalentes (digamos que es lo mismo, pero no es igual).
En la mayoría de los centros de atención en cáncer a nivel global, la atención de los pacientes se realiza fuera de un comité de tumores, lamentablemente existen múltiples barreras que impiden trabajar bajo este concepto; en ocasiones existen restricciones ajenas a los profesionales de la salud, como son: la falta de instalaciones apropiadas, falta de tiempo disponible, falta de apoyo de las autoridades administrativas o, lo que considero más grave, la falta de interés de algunos profesionales de la salud por trabajar bajo este modelo de atención en cáncer.
En lo personal, a lo largo de las últimas dos décadas tuve la oportunidad de trabajar bajo los dos modelos de atención; de forma inicial, en un servicio de oncología general sin comité de tumores y, durante los últimos tres quinquenios, en un servicio segmentado en clínicas oncológicas. Desde mi punto de vista, este modelo es el ideal y se debería de adoptar en todas las instituciones de salud. Fomenta a que los oncólogos y profesionales de la salud asociados al tratamiento del cáncer trabajen siempre en equipo, y permite que los especialistas se dediquen a un grupo limitado de patologías oncológicas dejando atrás la “oncología general”.
Al final, lo más importante es determinar si el manejo multidisciplinario tiene un impacto favorable en los pacientes. Diversas publicaciones nos ofrecen datos favorables en algunos estudios, otros nos reportan un beneficio limitado e incluso algunos no logran documentar el beneficio de este modelo de atención. Debemos tener en cuenta que el potencial beneficio del manejo multidisciplinario se extiende a muchos aspectos (v.g. ganancia de supervivencia global, supervivencia libre de progresión, calidad de vida, evitar procedimientos innecesarios, reducción de costos, reducción en los tiempos de atención, etc.), por lo que no podemos limitarnos a una sola variable como indicador del beneficio con este abordaje.
Un reciente metaanálisis, publicado en la revista Journal of the National Cancer Institute¹, valoró el impacto clínico del manejo multidisciplinario (MM) versus no multidisciplinario (nMM) en pacientes con cáncer en diferentes países. El estudio incluyó la evaluación de poco más de 134,000 pacientes. Los resultados obtenidos soportan la utilidad del MM; la supervivencia global en el grupo de MM fue de 30 meses versus 19 meses en el grupo nMM (HR: 0.67, IC del 95%: 0.62-0.71). Uno de los datos de interés fue la media de pacientes que se sometieron a procedimientos quirúrgicos, 41% en el grupo MM y 33% en el grupo nMM; mientras que en lo relacionado al tratamiento sistémico y radioterapia no se observaron diferencias importantes (tratamiento sistémico 54% vs. 53%, respectivamente, y radioterapia en el 27% vs. 24%, respectivamente). Entre los pacientes que se beneficiaron del MM se incluyen aquellos con diagnóstico de cáncer de mama, páncreas, cabeza y cuello, colorrectal, pulmón y neoplasias hematológicas; sin embargo, en el otro extremo, no se demostró un beneficio en supervivencia global en los pacientes con cáncer gástrico, así como en aquellos con diagnóstico de sarcomas (considerar un posible sesgo en la inclusión de estudios clínicos con estas dos patologías). Con base en los resultados del estudio, se fortalece el concepto de que todos pacientes deben ser evaluados en un equipo multidisciplinario.
Independientemente del acceso que se tenga a nuevas tecnologías, considero imprescindible desarrollar (crear) los comités en cáncer con base en las necesidades y capacidades disponibles de cada centro hospitalario, me parece un paso obligatorio para todos los que estamos involucrados en la prevención y tratamiento del cáncer. Probablemente, la principal barrera que debemos vencer es la indiferencia o renuencia de muchos profesionales de la salud y administrativos a trabajar bajo este modelo de atención médica.
Referencia:
Dr. Fernando Aldaco Sarvide
Oncólogo Médico
Ciudad de México, México
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