En meses pasados se cumplieron dos años desde que se reportó el primer caso confirmado de SARS-CoV-2 en el país. Los costos que la pandemia impuso en el mundo son inconmensurables y devastadores: de manera inesperada, la forma de relacionarnos, de convivencia o educación cambió radicalmente. A la par, la incorporación y masificación de nuevas tecnologías facilitó a las personas la adaptación a una nueva realidad. Estos cambios serán permanentes en muchos aspectos, no vamos a regresar en el tiempo, sin embargo, considero poco probable que no busquemos nuevamente una mayor interacción presencial; el uso de plataformas tipo Zoom o similares puede ser de mucha utilidad, pero desde el punto de vista de interacción con la familia, los amigos o colegas es un sistema “frío”.
Es imposible pasar por alto o minimizar el costo que la pandemia ha provocado en las personas a lo largo de los últimos dos años. El número de personas infectadas es cercano a 439 millones y las muertes están llegando al escandaloso número de 6 millones, tan solo en nuestro país se estima que cerca de tres cuartos de millón de personas fallecieron por efecto directo o indirecto del SARS-CoV-2. Personas, antes que especialistas, muchos de nosotros perdimos familiares, amigos y compañeros de trabajo durante los días aciagos de la pandemia. El miedo y caos que provocó el SARS-CoV-2 solo podría ser comparable (en menor medida, desde luego) a la aparición del VIH durante la década de los ochenta del siglo pasado.
Sin una vacuna disponible durante la fase inicial, arriesgando todo en medio de una absoluta incertidumbre e incluso, en muchas ocasiones, sin el equipo de protección necesario, capacitación o conocimientos esenciales, los profesionales de la salud formaron una “línea de choque frontal” contra la enfermedad. Por increíble que parezca, la incertidumbre en el momento actual se traslada de la falta de información, sorpresa y falta de vacuna, a los movimientos antivacunas o los falsos promotores de la libertad personal por encima de todo (independientemente de ideas absurdas acerca de la dominación de la humanidad por alguna especie de secta secreta o algo parecido por medio de una vacuna, una discusión académica desde el punto de vista legal que confronte los derechos y libertades personales versus la sociedad sería de gran interés).
Desde el punto de vista de la oncología, el impacto y las consecuencias que se podrán ver a lo largo de los próximos años son difíciles de predecir con certeza. Si uno revisa la mortalidad por cáncer en México a lo largo de 2020 y 2021, se puede observar que el número total de defunciones presentó una discreta reducción a lo largo de los dos primeros años de la pandemia, es más que evidente que eso se debe a una distorsión en la dinámica epidemiológica. En el momento presente y con los números reportados es imposible estimar el estado actual del cáncer y evaluar si las tendencias observadas desde hace varias décadas en el país son reales o acordes con los reportes del último año.
Lamentablemente, tardaremos varios años en entender con claridad la situación actual. Es altamente probable que a corto plazo observemos un incremento sustancial de la mortalidad por cáncer, para posteriormente regresar a mediano plazo a una mortalidad (y tendencia) similar a la que se presentó en los momentos previos a la pandemia, eso siempre y cuando no se desarrolle una relación entre SARS-CoV-2 y algún(os) tipo(s) de cáncer. Cuando un estudiante nos pregunte por esos “picos” en la curva de mortalidad por cáncer durante la segunda década del siglo, probablemente la respuesta más frecuente será: “es por la pandemia de COVID”.
Tres aspectos de gran importancia deben ser contemplados para el presente y los próximos años:
Los efectos del SARS-CoV-2 se verán a lo largo de muchos años, tardaremos décadas en recuperarnos al 100%, no basta con pensar que la vacuna resolverá el problema, la vacuna solo es el principio para resolver el desastre que dejó la pandemia en el mundo de la oncología.
Dr. Fernando Aldaco Sarvide
Oncólogo Médico
Ciudad de México, México
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