Recibo en mi casilla de correo, de forma periódica, las noticias de la prestigiosa revista Nature. En su reporte del día 12 de enero de 2024, uno de los encabezados decía así: La IA de Google tiene mejor trato con los pacientes que los médicos humanos y hace mejores diagnósticos. [1]
Este artículo resume los principales hallazgos de una publicación del departamento de investigación de Google, donde se evalúa el rendimiento de AMIE (Articulate Medical Intelligence Explorer, por sus siglas en inglés), un sistema de inteligencia artificial basado en LLM (Large Language Models, por sus siglas en inglés) entrenado para recabar datos clínicos de pacientes y realizar un diagnóstico. [2]
Para evaluar a AMIE se utilizaron 149 casos clínicos simulados en formato de texto (como si se estuviera chateando en whatsapp) y se comparó el desempeño del bot con el de médicos expertos de Canadá, India y Reino Unido.
Los hallazgos del estudio demostraron que:
Otro estudio, publicado en noviembre de 2023 por el mismo departamento de Google, evalúa la performance de AMIE en llegar al diagnóstico adecuado a partir de datos clínicos proporcionados al modelo [3]. Para esto se utilizaron casos clínicos desafiantes publicados en los reportes de la revista científica New England Journal of Medicine. [4]
Participaron de la evaluación 20 médicos que fueron asignados al azar a tres grupos: médicos sin asistencia, médicos asistidos con búsqueda bibliográfica (motores de búsqueda de información científica comúnmente utilizados) y médicos asistidos con el modelo de LLM. En el cuarto grupo estaba el bot solo, sin intervención humana.
Los resultados demostraron que el desempeño para realizar un diagnóstico acertado fue superior para el modelo de LLM, atrás vinieron los demás grupos donde se encontraba la intervención humana.
Dentro de la discusión y conclusiones de ambos artículos se resaltan las limitaciones de este modelo y se advierte que los resultados deben ser tomados con mucha cautela. Estos hallazgos no pueden ser trasladados a la práctica clínica habitual y utilizarse con casos clínicos o pacientes reales. Pero hacia eso vamos.
La búsqueda, recolección, incorporación, consumo e interpretación de datos ha sido una parte fundamental de nuestra carrera médica desde sus inicios. Estos datos son clave para comprender situaciones clínicas, llegar a diagnósticos, establecer pronósticos y desarrollar planes de manejo específicos. Constituyen la base que nos permite entender la realidad y explorar nuevas respuestas para resolver problemas médicos.
Sin embargo, reconocemos que esta habilidad técnica por sí sola no es suficiente. La práctica médica demanda una importante dosis de humanidad. Es crucial recordar que la persona frente a nosotros no es solo un conjunto de datos, sino alguien que busca y presta ayuda. Esto se aplica tanto al médico que brinda asistencia como al paciente que la busca. La humanidad es el elemento vital que conecta a ambas partes, recordándonos que estamos tratando con individuos, no con máquinas.
En mi trayectoria personal me encuentro inmerso en proyectos de inteligencia artificial, centrándome especialmente en el desarrollo de modelos de lenguaje aplicados a la medicina [5]. Mi firme convicción es que la utilización de estas herramientas tendrá un impacto transformador y duradero en la práctica médica, así como en la calidad de la atención que brindamos. Observo con optimismo cómo estas tecnologías pueden potenciar nuestras habilidades como médicos y mejorar los resultados, siempre subrayando la importancia de mantener la presencia humana en el proceso (human in the loop). Dudo que la prestación de una atención médica de calidad pueda depender únicamente de una máquina, ya que la interacción humana sigue siendo insustituible en este contexto.
La integración de la tecnología en la medicina es un paso adelante, pero nunca debemos perder de vista la esencia humana que impulsa nuestro compromiso con la salud y el bienestar.
Llegó el momento de preocuparnos por ser, cultivar y aprender cosas sobre el ser humano. Si aspiramos a ser máquinas, en la competencia, ellas ganan.
Dr. Federico Losco
Oncólogo Clínico
Instituto Alexander Fleming
Buenos Aires, Argentina
Referencias:
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