Ibrutinib ofrece una ventaja clave en el manejo de toxicidades gracias a su flexibilidad de ajuste de dosis, permitiendo mantener la eficacia clínica y la supervivencia sin comprometer el pronóstico, incluso en presencia de eventos adversos, como se demuestra en el estudio RESONATE-2 y en datos de vida real
El Dr. Raúl Córdoba, hematólogo adscrito al Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz en Madrid, España, nos habla sobre la importancia de la monitorización de eventos adversos y ajuste de dosis con ibrutinib.
El experto comenta lo siguiente:
Resulta fundamental abordar la importancia de una monitorización constante de los eventos adversos y la necesidad de ajustar la dosis cuando un paciente inicia tratamiento con un inhibidor de la tirosina quinasa de Bruton (BTK), hasta que se evidencie progresión de la enfermedad.
Sabemos que este tipo de inhibidores presenta un perfil de seguridad particular, conocido como efecto de clase. En 2023, se actualizó la información sobre la frecuencia de los eventos adversos asociados a los tres inhibidores covalentes de BTK actualmente disponibles: ibrutinib, acalabrutinib y zanubrutinib.
Se observa la aparición de eventos adversos, tanto hematológicos, principalmente anemia, neutropenia y trombocitopenia, como no hematológicos, entre los que sobresalen los efectos gastrointestinales, como la diarrea; los cutáneos, como el rash; y los cardiovasculares, como la fibrilación auricular y la hipertensión.
Hay otros eventos adversos que, aunque pueden presentarse, son considerablemente menos frecuentes y clínicamente menos relevantes, como la hepatotoxicidad o la elevación de enzimas hepáticas, las cuales suelen normalizarse al reducir la dosis. Por ello, no requieren una atención prioritaria; sin embargo, es fundamental mantener una monitorización continua y un manejo adecuado de todos los eventos adversos. El objetivo es que el paciente pueda mantenerse el mayor tiempo posible bajo tratamiento, maximizando así las posibilidades de obtener una respuesta terapéutica óptima. [1]
Ante la aparición de un evento adverso, el primer paso es determinar su grado de toxicidad. En los casos en que se trate de una toxicidad de grado 3 o 4, será necesario interrumpir temporalmente el tratamiento hasta su resolución y, en muchas ocasiones, se deberá considerar una reducción de la dosis.
Sabemos que la posología y la forma de administración de los tres inhibidores covalentes de la tirosina quinasa de Bruton disponibles varían, lo cual se debe a las diferencias en su farmacocinética. En el caso específico de ibrutinib, una de sus ventajas es la flexibilidad que ofrece para ajustar la dosis. A partir de la dosis estándar de 420 mg una vez al día, utilizada en pacientes con leucemia linfocítica crónica, es posible reducir progresivamente el número de cápsulas según las necesidades del paciente y su perfil de tolerancia.
La evidencia disponible respalda que el ajuste de dosis permite mantener una respuesta clínica adecuada y resultados favorables. En otras palabras, reducir la dosis no compromete negativamente la supervivencia de los pacientes, como ha sido demostrado en diversos estudios.
Como primer ejemplo, me gustaría presentar los datos del estudio RESONATE-2, donde se observó que los pacientes que requirieron una reducción de dosis debido a eventos adversos mostraron una mediana de supervivencia libre de progresión y de supervivencia global comparable a la de aquellos que no la necesitaron. Esto indica que, en este ensayo clínico, ajustar la dosis en respuesta a toxicidades no tuvo un impacto negativo en la supervivencia. [2-3]
Además, al analizar específicamente los eventos adversos cardiovasculares que forman parte del perfil de clase de los inhibidores de la tirosina quinasa de Bruton, se confirma nuevamente que la reducción de dosis no afecta de manera desfavorable ni la supervivencia ni la supervivencia libre de progresión. [4]
En los pacientes que requieren una reducción de dosis debido a un evento adverso cardiovascular, se observa que el 77 % logra continuar con el tratamiento, el 95 % resuelve dicho evento, y en aproximadamente el 75 % no se presenta recurrencia, o bien, si esta ocurre, lo hace con una intensidad menor. [4]
Asimismo, cada vez contamos con más evidencia procedente de la práctica clínica real. En este sentido, se presentó en el Congreso de la Sociedad Americana de Hematología de 2023 un estudio sobre la reducción de dosis de ibrutinib en pacientes con leucemia linfocítica crónica. Los resultados confirmaron nuevamente que, en los casos en que fue necesario ajustar la dosis por la aparición de eventos adversos, no se observó un impacto negativo en la supervivencia.
De hecho, la mediana del tiempo hasta el siguiente tratamiento fue significativamente mayor en comparación con aquellos pacientes que no requirieron reducción de dosis, lo que sugiere que esta estrategia no compromete el pronóstico clínico. [5]
Esta estrategia también se asoció a una reducción en el uso de recursos sanitarios, ya que la mayoría de los pacientes pudo ser manejada en un entorno ambulatorio o fuera del ámbito hospitalario.
Referencias:
Gracias al apoyo educativo de Johnson & Johnson México.
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