La elección entre los inhibidores de PARP (iPARP) debe considerar la tolerancia previa del paciente a tratamientos citotóxicos y la seguridad ofrecida por el fármaco para control de la enfermedad y calidad de vida
El Dr. Luis Alfonso Romero, oncólogo médico adscrito al Hospital General de León en Guanajuato, México, con base en su experiencia y literatura nos platica sobre olaparib y plantea la interrogante si todos los iPARP son iguales.
Desde la aprobación de olaparib por la FDA en diciembre de 2014 para el cáncer de ovario recurrente sensible a platino, se han autorizado varios iPARP, como niraparib, rucaparib y talazoparib, en diversas indicaciones y dosis. La elección entre estos medicamentos plantea la pregunta crucial de cómo seleccionar el más adecuado para cada paciente. [1]
Farmacológicamente, los iPARP difieren en su acción, directamente inhibiendo la enzima PARP y atrapando esta en la cadena de ADN dañada. A pesar de diferencias en la potencia de estos mecanismos, los estudios clínicos no muestran una correlación directa con la eficacia clínica. Sin embargo, las toxicidades varían significativamente entre ellos.
En el cáncer de ovario, los beneficios en recaída y primera línea son similares entre olaparib, niraparib y rucaparib, pero las toxicidades hematológicas difieren. La anemia se presenta alrededor del 20-22% con olaparib, mientras que para niraparib y rucaparib oscila alrededor del 30%. La trombocitopenia es hasta un 40-30% en pacientes con niraparib en grado 3 o mayor, mientras que para olaparib es alrededor del 1%. [2]
En el cáncer de mama, olaparib y talazoparib reducen similarmente el riesgo de progresión en un 50-56%, pero las toxicidades varían. Olaparib tiene trombocitopenia grado 3 o mayor alrededor del 1%, anemia del 16-20%, mientras que talazoparib tiene anemias grado 3 o mayor hasta del 38%, trombocitopenias profundas mayores al 12%, y neutropenias un 17%. Además, talazoparib ha mostrado un 30% de alopecia. [3-5]
En el cáncer de próstata, las dosis iniciales de talazoparib son menores, de 1 miligramo cada 24 horas a 0.5 miligramos cada 24 horas, esperando que menos pacientes requieran ajuste de dosis o interrupción del fármaco.
La elección entre los iPARP debe considerar la tolerancia previa del paciente a tratamientos citotóxicos y la seguridad ofrecida por el fármaco, especialmente en el contexto de un tratamiento oral que teóricamente mejora el control de la enfermedad y la calidad de vida. La variabilidad en las toxicidades y dosis iniciales subraya la importancia de una selección personalizada de medicamentos para garantizar la eficacia y seguridad óptimas. [3-5]
Referencias:
Gracias al apoyo educativo de AstraZeneca México.
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